ASTILLERO TEATRO

DE MONSTRUOS, GIGANTES Y OTRAS CALAMIDADES

La historia aborda la relación de dos niños que, a su modo y en su entorno, están solos: Javier, a quien ignoran por completo en su casa; y Mónica, una niña que vive con un padre alcohólico. A partir de un encuentro fortuito en un parque que ambos frecuentan, los dos se darán la oportunidad de compartir sus miedos, sus juegos, sus secretos, pero, sobre todo, la necesidad de saber que aun en la soledad se pueden encontrar amigos en quien menos se espera.

Respecto a la propuesta escénica, se plantea una historia donde se aborda el tema de la soledad y el abandono en los niños. Javier y Mónica tienen realidades muy particulares: en el caso de Javier, tiene una familia compuesta por madre y hermana que lo ignoran, sufre de terrores nocturnos por la existencia de “Shhhhh, el monstruo come voces”, y en la escuela no le va bien porque nadie lo soporta, pues la mayor parte del tiempo hace ruido como una manera de llamar la atención; en el caso de Mónica, vive una situación de violencia intrafamiliar latente al habitar con un padre alcohólico, y la mayor parte del tiempo está sola en su casa.

A partir de estas premisas, se da un panorama general de la realidad de ambos, pero lo que se pondera es la manera en cómo encuentran el uno en el otro el afecto y la compañía que tanto necesitan. Sin embargo, la realidad de cada uno parece no tener salida. Es entonces que aparece Gucho —una especie de viejo sabio—, y les revela la forma para sobreponerse a las adversidades: encontrar a un gigante que los ayude a crecer.

Finalmente, el título de la obra obedece a la idea de que un gigante no necesariamente es el más grande ni el más fuerte, sino el de mayor voluntad y fortaleza de espíritu; que un monstruo no siempre se identifica a simple vista, sino por sus acciones; y que una calamidad es, a fin de cuentas, un hecho inevitable, que lo mismo se vive cuando uno es niño, que cuando es un adulto.

Chuche y la máquina de nubes

Chuche y la máquina de nubes cuenta la historia de Chuche —un niño hecho de cajas de madera, de las voces de sus abuelos y de la tierra ribereña— y su encuentro con los espíritus del agua. De cómo Chocho fue capturado por Crac, Crac —el hacedor de nubes— al entrar a una cueva sagrada; de Chocha y sus amuletos de la suerte; de las serpientes azules que escaparon a los linderos del cielo y de la tierra, provocando tormentas e inundaciones; pero sobre todo de cómo Chuche tuvo que vencer su miedo para atraparlas y regresar el equilibrio a la vida.

La música en vivo es otra parte fundamental de la puesta en escena, para lo cual se echa mano del son, con miras, sí, a hacer una referencia directa al son veracruzano, sobre todo, tanto en la música como en la interpretación y el canto, pero también a una crear una ambientación surgida del sonido de la voz del clarinete, de la “arpa mágica”, del timbre de bicicleta, del arco del violín frotado contra unos platillos metálicos, con la finalidad de la creación de atmósferas más que de música.

El eje central para Chuche y la máquina de nubes es la leyenda de El Tajín y los siete truenos, pero también aquéllas que hablan acerca de que las nubes se forman en las cuevas, de los moradores de la montaña, de los espíritus del agua, de las brujas con patas de guajolotes…

NADIE QUIERE SER MI AMIGO

Malaquías es un niño de seis años que acaba de perder a su padre, tiene problemas con su madre por querer pasar más tiempo con Nadie, su amigo imaginario, que, con ella, y cada vez que va con la extraña Doctora Luz —especializada en meterse a las mentes de los niños—, se siente como si entrara a una cámara de tortura. Y todo porque a los demás les parece extraño, y hasta dañino, que prefiera pasar más tiempo con “Nadie” que con la gente que lo rodea. Nadie quiere ser mi amigo está orientada a un público infantil de 5 años en adelante, y aborda el tema de la pérdida de los seres queridos, en este caso en particular del padre, y los conflictos que surgen entre quienes se quedan —la madre y el hijo pequeño de seis años— al no encontrar los canales adecuados para expresar su pesar, pero sobre todo, al no haber una comprensión mutua, ya que por un lado está la madre, atrapada en la cotidianidad del trabajo, lo que no le permite pasar mucho tiempo con su hijo; y por el otro Malaquías, un niño de seis años, quien en su enojo contra la madre por creerla responsable de la muerte del padre, se refugia en la invención de un amigo imaginario.

NAHUALA

Nahuala cuenta la historia de Yolotzin, una niña de 9 años de edad, oriunda de Milpa Alta, quien debe enfrentar a su abuelo Seferino, representante del entorno heteropatriarcal, para iniciarse como nahual, algo que, en el imaginario popular de Milpa Alta, sólo está destinado a los hombres. En este proceso, Pancha, su abuela, y Concha, su mamá, serán fundamentales: la primera como maestra, y la segunda, como cómplice en esa lucha por la igualdad, el reconocimiento y ejercicio de sus derechos, así como en su camino para vivir una vida libre de violencia.

Nahuala es una propuesta de teatro de títeres de mesa de manipulación directa dirigida a niños a partir de 6 años de edad, pensada para espacios abiertos con un aforo máximo de 140 personas, pero también con posibilidades de presentarse en sala. La plástica está basada principalmente en el diseño de los títeres, para lo cual se llevó a cabo una recopilación de imágenes de personas de la zona de Milpa Alta para que sirvieran como referencia para el diseño, además de tratar de replicar de la manera más fidedigna posible la forma de vestir, sobre todo lo relacionado con los trajes típicos de las mujeres.

ONOMATOPEYAS

El proyecto Onomitas, Primera Infancia surge a raíz de la poca oferta teatral para este público específico, y del interés de Alas y Raíces de trabajar con compañías dedicadas al teatro para niños, cuyos montajes estén orientados a los infantes de cero a tres años. A partir del intercambio de experiencias e ideas con la Institución, de la necesidad de impulsar y desarrollar esta naciente rama escénica, y del interés del público adulto por llevar a sus hijos recién nacidos a tener una experiencia placentera y artística, se decidió hacer una versión de 30 minutos de la obra original Onomatopeyas, manteniendo la esencia lúdica del montaje.

Onomatopeyas, más que contar una historia lineal, crea pequeñas viñetas que acerquen a los niños a su realidad cotidiana y a los problemas y adversidades que se han de enfrentar en un futuro.

El primer cuadro marca el inicio, la formación y reconocimiento del propio cuerpo, el entorno y la interacción con diversos objetos que salen a su paso, como una caja de sorpresas que se transforma en un perro, un árbol lleno de frutas, una serpiente y el Coco, personaje que por años ha sido la representación del miedo infantil.

En el segundo, los personajes de la obra, los Onomas, siguen su desarrollo: sus juegos son más rudos, comienzan a experimentar sentimientos como los celos y envidia.

Y en el tercer cuadro aborda una realidad un poco más cruda al experimentar las pérdidas que enfrentamos durante la vida y que forman parte natural de existir, como la muerte de una mascota y cómo enfrentar esa situación.

Así pues, lo que finalmente se busca es un acercamiento, por medio de la plástica, la música y los sonidos, a ese entorno emocional por el que todos pasamos.

 

Ayolotl: Corazón de agua

Ayolotl: corazón de agua”, cuenta la historia de Xóchitl, una niña de siete años de edad, y su tío Felipe, un chinampero de Xochimilco, quienes a partir de un rumor de que “hay un monstruo en los canales”, hacen un recuento de los diversos factores —como la urbanización desmedida, la contaminación del agua, el turismo nocivo, entre otros— que han puesto en peligro de extinción a los ajolotes. Sin embargo, a pesar del panorama sombrío, la esperanza llega con la mirada alentadora de Xóchitl de lo que se puede hacer para contrarrestar los actos destructivos del ser humano.

“Ayolotl: corazón de agua”, es una propuesta escénica de Astillero Teatro para niños de nivel preescolar y público en general, centrada en fomentar el cuidado del patrimonio biocultural, así como la conservación y preservación de la biodiversidad de la zona chinampera de Xochimilco.

La dramaturgia está sustentada en entrevistas a los cooperativistas de Chinampayolo sobre las principales problemáticas que enfrenta la zona chinampera de Xochimilco: urbanización desmedida, la contaminación de los canales, el turismo nocivo, el uso excesivo de pesticidas, la reticencia de las nuevas generaciones a permanecer en Xochimilco y, sobre todo, el peligro de extinción de los ajolotes como especie endémica.

De esta manera, a través de títeres de mesa de manipulación directa y títeres-objeto, la historia se centra en los ajolotes y cómo actualmente están en peligro de extinción a causa de la intervención del hombre, ya que al ser un indicador del equilibrio natural de la zona chinampera, se dice que “cuando los ajolotes desaparezcan, el ser humano también lo hará”, una máxima entre la gente dedicada al rescate y preservación del ajolote.